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Ureaplasma y Mycoplasma: cistitis y trastornos vaginales

Ureaplasma y Mycoplasma: otros matices

Aunque nuestro blog ya contiene varios artículos sobre estas bacterias, nos tomamos la libertad de compartir otro contenido.

Este artículo nace de una respuesta publicada en el grupo “Cistitis recurrente” y, por lo tanto, sólo menciona el Ureaplasma Urealyticum (UU). No obstante, lo escrito y descrito es aplicable a todos los Mycoplasmas.

Ureaplasma Urealyticum es una bacteria muy diferente de los gérmenes uropatógenos comunes: mucho más pequeña, sin membrana, sin pilis. Persiste en el tracto urinario introduciéndose en las células = infección intracelular y formando biofilms patógenos.

También es una cepa aceptada como “comensal” de la flora de Döderlein, pero debe permanecer absolutamente minoritaria. De hecho, su crecimiento (oportunista en caso de disbiosis vaginal o infeccioso tras una contaminación = EST) constituye un riesgo patógeno importante de desequilibrio en la esfera urogenital.

Por lo tanto, UU puede ser responsable de infecciones vaginales, uterinas, uretrales y vesicales, la mayoría de las cuales están ocultas (¡está ahí pero no se ven!). Su propagación en la esfera pélvica y la gravedad e importancia de los síntomas que la acompañan dependen, en gran medida, del tiempo que persista la infección sin tratamiento.

Por todo ello, las últimas recomendaciones urológicas europeas sugieren la realización sistemática de pruebas de detección de esta cepa bacteriana (junto con las demás cepas de Mycoplasma de la misma familia) ante síntomas típicos de cistitis, uretritis o prostatitis, mediante un análisis específico de:

  • ECBU 1er chorro
  • muestra uretral
  • muestra vaginal
  • muestra endocervical

Debido a la dificultad de detectar la presencia de esta bacteria (que es intracelular y minúscula), también es importante llevar a cabo estas investigaciones de laboratorio durante un breve periodo de tiempo para poder comparar y cruzar la información extraída de los resultados.

La infección prolongada por esta cepa en las vías urinarias puede dar lugar, sin duda, a una serie de síntomas percibidos como vesicales y miccionales asociados a una inflamación crónica del urotelio que, en ausencia de identificación de la presencia bacteriana, pueden conducir a un diagnóstico erróneo de SVD (Síndrome de la vejiga dolorosa) y retrasar aún más el diagnóstico y el manejo. En estos casos, no son infrecuentes las complicaciones (a veces irreversibles) como la contractura pélvica o las lesiones nerviosas.

Es importante caracterizar las infecciones por UU como EST y, como tales, hacer hincapié en el alto riesgo de contaminación de la pareja sexual y en la absoluta necesidad de examinar a la pareja y tratarla si es necesario para evitar recurrencias debidas a recontaminaciones “ping-pong”.

Por último, debido a la forma en que las bacterias infectan y se asientan en el tracto urinario y genital, es importante destacar que existe una alta tasa de fracaso del abordaje y de recidiva a medio y largo plazo. Esta tasa de fracaso es proporcional al retraso en el tratamiento.

Para mejorar las respuestas al antibiótico (que debe ser elegido de acuerdo con el antibiograma y siguiendo las recomendaciones de dosificación establecidas por las autoridades competentes), se recomienda encarecidamente combinar coadiuvantes naturales destinados a :

-> disgregar los biofilms intracelulares vaginales y vesicales

-> aliviar la inflamación urotelial y favorecer la reepitelización de las paredes y mucosas

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