Cuando se sufre del Síndrome del intestino irritable, la mayor dificultad radica en el diagnóstico inicial porque constituye la piedra angular de toda la gestión y condiciona su efectividad.
Permítanos explicar este punto: para abordar correctamente un trastorno, se debe conocer su origen para poder actuar de manera efectiva no solo de manera paliativa (contra los síntomas) sino también de manera curativa (contra las causas).
En los últimos años ha habido una multiplicación de información sobre el Síndrome del intestino irritable, SIBO (IMO, SIFO, etc.), disbiosis; una miríada de pruebas y exámenes de todo tipo que prometen analizar la microbiota para decirnos lo que está mal y el surgimiento de profesiones que se definen especialistas en el sujeto y promueven métodos tan múltiples como variados. Todo esto ha creado una cacofonía impresionante en el cual el paciente se ahoga y se pierde rápidamente.
Esto implica una gran pérdida de tiempo, energía, dinero y confianza para las personas con SII que a veces se sienten abandonadas por el sistema médico y de salud, por una medicina alternativa que ofrece muchos diagnósticos y, en consecuencia, propuestas para diferentes protocolos de atención (¡a veces incluso diametralmente opuestos!).
En esta fuerte decepción el sujeto a menudo logra tirar la toalla y resignarse a vivir lo mejor que puede con sus dolencias.
Superar el SII/SIBO y la disbiosis intestinal: ¿por dónde empezar?
Aquí hay algunos elementos simples, claros y concretos para responder a esta pregunta.
1) el primer paso (la «base») es asegurar el diagnóstico de SII:
– colonoscopia para excluir EII, divertículos y pólipos
– gastroscopia para excluir o confirmar ERGE, esofagitis y/o gastritis
– análisis completo de heces (con coprocultivo) para excluir o confirmar mala digestión, mala absorción, parasitosis e infecciones fúngicas o bacterianas (ej: Salmonella, Clostridium, etc.)
– análisis de sangre completo con evaluación de los parámetros hepáticos
– anamnesis a través de una diario de evacuaciones + evaluación en la escala de Bristol
=> al final de este primer paso, si todos los exámenes son negativos, se podrá decir que estamos en presencia de un SII tipo C, D o M
2) una vez que confirmado el diagnóstico de SII, por lo tanto, habrá la certeza de la existencia de los dos componentes:
– inflamación
– disbiosis
La inflamación se puede gestionar sin demasiada dificultad y quedará determinar el tipo de disbiosis que puede ser:
-> ubicada en el intestino delgado (SIBO, IMO, SIFO)
-> ubicada en el colon
En todo esto, el breath test nos ayudará para llegar a esta distinción: si es positivo, la disbiosis se asocia con un ascenso de microbiota en el intestino; si es negativo, la microbiota alterada se ha mantenido en el colon.
=> después del Breath test por lo tanto habrá un marco completo del problema y, por lo tanto, todas las claves en la mano para actuar adecuadamente
NÓTESE BIEN
Este comentario está en línea con nuestro «pensamiento políticamente correcto» lo que siempre nos hace aconsejar hacer las cosas bien con pruebas fiables.
Algunos podrán recomendar múltiples pruebas de microbiota u otros análisis pero nosotros permanecemos en nuestras posiciones: en la actualidad, estos exámenes no tienen valor y proporcionan muy poca información utilizable para definir la estrategia más adecuada para el paciente.