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Prebióticos, probióticos y simbióticos: ¿qué son y para qué sirven?

Prebióticos, probióticos y simbióticos: ¿qué son y para qué sirven?

Un artículo útil y claro en relación a los prebióticos, probióticos y simbióticos del Doctor Giacinto Miggiano, Director del Centro de Nutrición Humana de la Universidad Católica de Roma.

Los tres términos – probióticos, prebióticos, simbióticos – son muy utilizados, normalmente de un modo inapropiado, sin tener demasiado clara la idea de la naturaleza, actividad y utilidad de cada uno de ellos.

El término probiótico deriva del griego “pro-bios” que significa “a favor de la vida”. Ya en el nombre se encuentra una primera indicación ya que los probióticos son microorganismos (sobretodo bacterias) vivos y activos, contenidos en determinados alimentos y suplementos en número suficiente como para ejercer un efecto positivo sobre la salud del organismo, reforzando en particular el ecosistema intestinal.

Esto último constituye el objetivo principal de su acción. Aunque estos microorganismos tengan nombres similares entre sí – por ejemplo Lactobacillus Case Shirota, Lactobacillus Johnsonii, La1, etc. – en realidad sus principios activos son diferentes, así como las reacciones que pueden provocar en el organismo en caso de uso incorrecto o de sobredosis.

Es por este motivo que antes de tomar un probiótico (siempre bajo prescripción médica) contenido en un alimento, es importante conocer el nombre completo de la cepa a la que pertenece, la cantidad de probióticos vivos contenidos en el producto y las condiciones adecuadas para su conservación: información que debe encontrarse, según la normativa, en el paquete del alimento o complemento.

Su toma es útil en adultos sobre todo para restablecer el equilibrio intestinal comprometido por diversas causas como por ejemplo las derivadas de la toma de antibióticos, estrés, variaciones en la dieta y en edad pediátrica o neonatal para hacer frente a infecciones gastrointestinales, muy comunes en niños, que pueden poner en peligro el buen funcionamiento intestinal o para alguna de las infecciones cutáneas como por ejemplo la dermatitis atópica.

Para resultar eficaces, los probióticos deben ser tomados siempre en ayunas, durante un periodo medio de 3-4 semanas y en una cantidad de al menos mil millones de bacterias al día,razón por la cual es imposible introducirlas en la dieta normal.

No hace falta decir que los probióticos se añaden específicamente a los alimentos, y no deben confundirse  con los fermentos lácticos o las bacterias que se contienen en el yogurt que son también están vivos pero no son vitales, lo que quiere decir que no tienen la capacidad de reproducirse en el intestino, desarrollando funciones igualmente importantes para el organismo pero diferentes de aquellas de los probióticos.

Por otro lado, los prebióticos son sustancias no digeribles contenidas en la naturaleza de algunos alimentos -principalmente hidrosolubles, no gelificantes entre los cuales están: los polisacáridos no almidonados o beta glucanos, fructanos, oligofrutosacáridos, inulinas, lactitol, lactosa-sacáridos, lactulosa, las pirrodestrinas, oligosacáridos de soja – que promueven el crecimiento en el colon de una o más especies bacterianas útiles para el desarrollo de la microflora probiótica. Estos están presentes en muchos complementos de fermentos lácticos y también en diversos alimentos, de manera particular en la harina de trigo, en la banana, en la miel, en el germen de trigo, en el ajo, en la cebolla, en las judías y en los puerros.

La toma de prebióticos en la dieta constituye un factor importante, sobre todo en el ámbito de una dieta sana, variada y equilibrada, aunque se debe tener mucha cautela en atribuirles una eficacia terapéutica o preventiva en funciones intestinales o extra intestinales, como por ejemplo frente a reacciones alérgicas o tumores intestinales, ya que de momento faltan confirmaciones por parte de los estudios científicos. Sin embargo, es cierto que el uso de alimentos o complementos que contienen prebióticos está contraindicado en caso de síndrome del intestino irritable, de radioterapia en el tracto gastrointestinal o de intolerancia a la lactosa.

Finalmente, los simbióticos son una mezcla entre probióticos y prebióticos cuya acción sobre la salud es sinérgica y por ello definida como simbiótica. Tienen la capacidad, por un lado, de mejorar la supervivencia de los organismos probióticos, y por otro, de favorecer la formación de un sustrato especifico para la flora bacteriana intestinal ya existente. Entre las potencialidades reconocidas a los simbióticos se encuentran la mejora ante la intolerancia a la lactosa y la absorción de algunos minerales (calcio, hierro y magnesio), también la capacidad para desarrollar una acción normalizadora sobre el funcionamiento intestinal (motilidad, absorción, secreción), y protectora contra inflamaciones e infecciones del intestino, en particular en forma de diarreicas.

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