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Lactoferrina y Lactobacilos: una combinación eficaz para combatir las infecciones vaginales

Lactoferrina y Lactobacilos: una combinación eficaz para combatir las infecciones vaginales

Las mucosas del aparato reproductor femenino poseen un sistema innato de defensa, una compleja interacción entre la microbiota vaginal sana y diversas proteínas que las protegen de los agentes patógenos.

Este artículo es un resumen de un estudio titulado «Role of Lactobacilli and Lactoferrin in the Mucosal Cervicovaginal Defense«, publicado por la Universidad La Sapienza de Roma, que destaca la importancia de los Lactobacilos y de la Lactoferrina en el mantenimiento de una microbiota vaginal sana, esencial para prevenir y combatir las infecciones.

Los Lactobacilos vaginales y la Lactoferrina son dos elementos esenciales en el entorno vaginal. Los Lactobacillus spp. y la Lactoferrina son componentes clave de la primera línea de defensa en el tracto genital de la mucosa femenina. Participan en la protección contra una multitud de infecciones microbianas y son responsables del mecanismo natural más eficaz para mitigar los procesos inflamatorios.

El tracto vaginal está colonizado por microorganismos que se conocen como «microbiota vaginal» (MV). Estos microorganismos, junto con una compleja sinergia entre proteínas, células epiteliales e inmunitarias, desempeñan un papel clave en la defensa del tracto genital femenino contra los procesos infecciosos e inflamatorios.

En un entorno vaginal saludable, existe un equilibrio entre los diferentes componentes de la flora vaginal.

La alteración del equilibrio de la mucosa está causada por una alteración de uno de esos componentes y suele dejar susceptible a una infección al huésped. Una microbiota vaginal sana está dominada por Lactobacillus spp. pero también pueden estar presentes otros microorganismos en menor medida: Gardnerella, Prevotella, Streptococcus, Ureaplasma, Peptostreptococcus, Staphylococcus, Clostridium, Mycoplasma, Enterococcus, Bacteroides, Escherichia, Bifidobacterium y Candida.

Se han encontrado más de 20 especies de Lactobacilos en la vagina. Sin embargo, en la mayoría de las mujeres, la microflora vaginal sana contiene una o dos especies de Lactobacillus como Lactobacillus crispatus, Lactobacillus gasseri, Lactobacillus jensenii y Lactobacillus iners.

La función de los Lactobacilos vaginales es proteger el sistema reproductor femenino mediante la producción de ácido láctico, responsable del bajo pH vaginal que inhibe los agentes patógenos. El ácido láctico está en equilibrio con el anión lactato. El primero es la forma predominante en condiciones vaginales sanas (pH bajo <4,5) que ejerce así una actividad antimicrobiana contra los patógenos. El anión lactato predomina a mayor pH (>4,5) en las mujeres con disbiosis.

Varios mecanismos subyacen a la protección ejercida por los Lactobacilos: competencia por los nutrientes y aumento de la adhesión a los tejidos, reducción del pH vaginal, modulación de la inmunidad y producción de compuestos bioactivos.

Entre los factores bioactivos de la mucosa cervicovaginal se encuentra la Lactoferrina, una glicoproteína catiónica de unión al hierro perteneciente a la familia de la transferrina. Se define como multifuncional debido a sus actividades antibacterianas, antifúngicas, antivirales y antiparasitarias y recientemente se ha reconocido como un importante modulador de la inflamación.

La Lactoferrina está presente en abundancia en la mayoría de los fluidos biológicos de los mamíferos, es sintetizada por las glándulas exocrinas, por muchas células epiteliales de las mucosas y liberada por los neutrófilos durante la inflamación. El nivel más alto de Lactoferrina humana (LFh) se encuentra en el calostro. Se encuentra en niveles muy bajos en las lágrimas, la saliva, el intestino delgado, el cerumen, el flujo vaginal, el líquido amniótico, el líquido de las vías respiratorias superiores, el plasma seminal y el moco cervical. En concreto, la concentración de LFh en el flujo vaginal humano es de 1 a 3 μg/ml.

En las mujeres en edad reproductiva, la síntesis de sustancias antibacterianas por parte de los Lactobacilos y la acción competitiva de adquisición de hierro de la Lactoferrina contra los microbios representan un mecanismo de defensa natural eficaz del entorno vaginal.

Los Lactobacilos y la Lactoferrina pueden inhibir la adhesión microbiana y, por tanto, la entrada de los microbios en las células, al interactuar con los posibles receptores de los componentes de superficie de las células patógenas. Los Lactobacilos y la Lactoferrina parecen ser complementarios en el sentido de que los Lactobacilos inhiben la replicación microbiana intracelular y, junto con la Lactoferrina, impiden la infección de células aún sanas por microbios liberados extracelularmente. Esta estrecha colaboración también se produce a través de su función antiinflamatoria. En este escenario, el entorno de la mucosa proporciona un buen modelo de mutualismo y reciprocidad contra el ataque microbiano.

Dada la escasez de abordajes eficaces para las infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos, la administración oral e intravaginal de Lactobacilos y Lactoferrina puede ser una nueva estrategia terapéutica eficaz y una herramienta valiosa para restablecer el equilibrio de la flora bacteriana vaginal.

Existen en el mercado varios suplementos que contienen Lactobacilos y Lactoferrina y que son muy eficaces para reequilibrar el microbioma vaginal.

La mejor opción deberían ser los suplementos que contienen ambas cosas, incluso mejor si combinados con sustancias naturales con propiedades inmunoestimulantes como el Lapacho.

Los duchas vaginales que contienen Lactoferrina, Lactobacilos , N-Acetilcisteína y Morinda son también una buena estrategia para hacer frente a las infecciones y mantener una eubiosis vaginal normal.

¿Un ejemplo? Ausilium Lavanda.

Deakos aconseja: Lenicand Crema y Lenicand comprimidos

 

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