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¿Cómo prevenir la cistitis si no conozco cómo y porque sobreviene? Para encontrar respuestas y soluciones a una enfermedad tan molesta y limitante como la cistitis hay que estudiar e investigar.

Empezando a entender la cistitis

¿Cómo prevenir la cistitis si no conozco cómo y porque sobreviene?

Para encontrar respuestas y soluciones a una enfermedad tan molesta y limitante como la cistitis hay que estudiar e investigar.

Como todos los términos médicos que terminan en «-itis», la cistitis es una inflamación de la vejiga. Más precisamente, es una inflamación del urotelio, la pared que recubre el interior de la vejiga y la uretra.

Para dar un punto de referencia concreto, debemos imaginar el interior de la vejiga como el interior de la mejilla = una membrana mucosa que está en contacto permanente con un líquido (la orina en este caso, pero la saliva en nuestro ejemplo) y que puede dañarse, irritarse o alterarse fácilmente (hay que pensar en las úlceras bucales o la sensación que se siente después de haber comido algo demasiado caliente!). Es cierto que en la gran mayoría de los casos, esta inflamación es causada por nuestras queridas amigas las bacterias patógenas (Escherichia coli, Klebsiella, Proteus, etc.).

Como resultado, el término «cistitis» siempre debe ir seguido de un adjetivo calificativo que puede ser «bacteriano» o «abacteriano» dependiendo de si hay o no un componente infeccioso.

Pequeñas explicaciones en dos palabras:

Cistitis bacteriana

Las bacterias patógenas entran en la vejiga armadas de sus pequeñas lectinas de fimbrias (sus pequeñas «patas» que terminan con un arpón), para anclarlas al urotelio y así no poder ser expulsadas con la orina.

Entonces, comienzan a proliferar (1 generación cada 45 minutos) y de repente la vejiga se ve afectada por millones de «micro-mordiscos» (imaginar lo mismo con el ejemplo de la mejilla: ¡ay!).

Como resultado, la irritación se convierte rápidamente en inflamación y esta es la famosa cistitis bacteriana.

Cistitis abacteriana

Este caso es más complejo porque puede tener distintas causas. Os hablaré sobre la situación más común.

Acabamos de tener un ataque y tenemos que tomar un antibiótico. Las bacterias entonces ya no siguen allí o hay muchas menos, pero la pared de la vejiga y la misma vejiga todavía están inflamadas.

De nuevo, hay que pensar en nuestro ejemplo anterior de la mejilla: no es suficiente escupir la sopa caliente de la boca para dejar inmediatamente de sentir dolor; se necesitan unos minutos o unas pocas horas para que se pase. En el caso de la vejiga, es peor porque el urotelio no tiene respiro:

  • la orina todavía está allí (es imposible detener la filtración renal) y tiene un pH bastante ácido. Como resultado, la irritación continúa (es como echar zumo de limón en una herida);
  • la toma de antibiótico causó la liberación de toxinas y oxidantes que prolongan la agresión mecánica de la pared durante un tiempo (varios días);
  • el ardor al orinar causa pequeños calambres y el muy mal reflejo de no vaciar la vejiga por completo (las personas a las que le pasa entenderán bien de lo que hablo);
  • luego si comemos o bebemos algo un poco más ácido, el pH disminuye drásticamente (sí, la acidez baja!).

Entonces, el riesgo es que esta presencia de síntomas fuertes siga dando la impresión de que las bacterias patógenas todavía permanecen allí. Y volvemos a tomar otra vez un antibiótico (innecesario).

¿Qué hay que hacer cuando tenemos cistitis? Ante todo un examen citobacteriológico de la orina. Solo con los resultados sabremos «de verdad» con qué nos enfrentamos y cómo actuar.

Y mientras tanto, ¿Cómo sobrevivir durante las 24 horas entre el comienzo de la crisis y los resultados del análisis? La respuesta está aquí.

 

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