Nota de la redacción: esta entrada narra una parte de un testimonio que aborda el tema muy delicado de la violencia contra la mujer
Elegí este título para mi testimonio porque algunas heridas del alma y del cuerpo requieren tiempo y paciencia.
Permítanme presentarme, mi nombre es Dorine, tengo 30 años y soy cuidadora. Me gustaría ser breve pero es difícil resumir una vida de 30 años en dos líneas. Hija única, fui una persona reservada, tímida, introvertida, estresada y ansiosa.
Mi infancia
Sobreprotegida por mi madre a su manera, descuidada por mi padre que estaba muy preocupado al ser un hipocondríaco… recuerdo su violencia verbal al decirme: «Tú no sirves para nada, vas a terminar en la vereda como una puta”… eso no ayuda para nada.
El comienzo del caos o tal vez no
Tenía unos 10 años y poca concentración, el profesor particular de matemáticas que me daba clases en casa, puso su mano en mi pierna subiendo ligeramente a una zona donde no se debería. Le expliqué esto a mis padre pasando por una mentirosa y me tuve que quedar con ese profesor particular de matemáticas hasta final de año. Pensé que la situación mejoraría pero llegó el bachillerato y descubrí lo bonito que es el bullying, un periodo durante el cual no eres estable en tu cuerpo y en tu mente durante la adolescencia.
El grito de ayuda no siempre es visible, dejé de alimentarme, pero no pasó nada. Muchas noches fuera y demasiado alcohol. Recuerdo que me metieron en un auto con algunos chicos y una chica que había conocido recientemente… ningún otro recuerdo del agujero negro.
Un año después con 16 años tuve mi primer novio con la impresión de que esa no era la primera vez que tenía una relación. Y así tuve mi primera cistitis sin atreverme a decírselo a mi madre por miedo a no sé que. Un domingo tuve fiebre, dolor de estomago y de espalda… y 14 años de infiern con malos tratos verbales o físicos por parte de mi entonces novio (una bofetada y una humillación de vez en cuando).
NO, NO Y NO dejemos de minimizar la violencia.
Dorine
Doy un buen salto en el tiempo… a los 22 años tuve una agresión sexual en un bar y esa violencia me hizo sentir asco, que estaba sucia, que fue mi culpa, que hasta tal vez me lo merecía a pesar de haber dicho que no. Hablé de eso con sus padres y su familia y aquí de nuevo esa violencia verbal, ese «está bien, no eras virgen», «no tenías que llevar mini falda», “exageras no puedes decir que fue una violación”, “es que eres bonita”… sigo teniendo cistitis cada vez que tengo una relación pero me digo que soy yo que debo de tener un problema de higiene ya que todos los medicos me dicen que quizás me lave mal…
Tabú
Así que me encuentro en un deambular médico hasta el día de hoy donde se cuestiona mi higiene… Sé cómo lavarme, sé cómo limpiarme. Sí, es posible que no beba suficiente agua, pero aún así…
Una nueva esperanza
Hace tres años decidí estar sola sin cistitis pero con la sensación de vergüenza que no me deja desde hace los 16 años. Se había convertido en mi amiga de la tarde, me seguía en los bancos de la universidad, durante mis estudios de auxiliar de enfermería, por la mañana, al mediodía, por la noche. Era parte de mí. Ya no era Dorine, era el dolor, había tratado de poner palabras a las dolencias pero en verdad estaba en la resiliencia y había abandonado mi cuerpo…
En fin, nadie va a querer vivir con alguien como yo, hacía tiempo que me había convertido en el espectador de mi vida… las armas guardadas en una caja fuerte me esperaban y sabía que un día eso sería lo mejor.
Sin embargo no fue así: encontré a una persona que iba hasta el final conmigo, la persona con la cual quieres construir algo más… En fin se reanudó mi vida sexual y con ella la cistitis.
Fui a ver a un médico que no cuestionó mi higiene y que me recetó una eco pélvica, derivandome a un urólogo.
“Hola señor urólogo, tengo cistitis desde los 16 años, generalmente tratada con un antibiótico y cerca del desarrollo de resistencias…”.
Me llama una amiga, habla con su madre que tiene una amiga que tiene cistitis intersticial (que es eso?). Lo había leído todo en Internet (aún así no había descubierto a este blog). Lo leo todo el rato, en el baño, en el trabajo, durante el descanso, en la cola del supermercado, cocinando, por la noche en la cama y empiezo en el grupo de Facebook, hago preguntas, me asusto… Pregunto muchas cosas y empiezo a ir a ver a los médicos de nuevo. Comienzo con un naturópata con el que reviso mi dieta, un complemento alimenticio…
Me hablan del exudado vaginal. Voy al ginecólogo y durante la visita surgen varias cosas: trastornos alimentarios, estreñimiento, reglas dolorosas, sangrado y dolor durante el coito y cistitis… Me dice que ella trabajaba con menores que sufrieron violencia sexual y lo que le describo le recuerda eso… ok lo reconozco creo que si viví cosas sucias de niña, adolescente y joven mujer… entonces ella me dijo que fuera a ver a un psiquiatra.
Sigo mirando hacia adelante y hablo de mis malestares y dolores cotidianos en el grupo, empiezo a pensar en las contracturas pélvicas.
Se me examina y durante los masajes me duele, el dolor no está en mi cabeza, es real, tengo una gran contractura en un área que estoy tratando de proteger a toda costa después de la violencia que he vivido.
Ah, ok, pero ¿por qué me provoca cistitis cuando tengo relaciones sexuales? Es normal, es como si te agreden y te contraes aún más de lo normal y cuando orinas no vacias completamente, la orina se estanca y se desencadena la infeccion.
Qué debo hacer entonces… claramente debemos eliminar esta contractura con sesiones de rehabilitación dos veces por semana, si después de 8 sesiones no hay mejoría pequeñ habrá que pasar al botox o al ácido con un ginecólogo para relajarlo todo. Pero antes de llegar a eso, vamos a aprender cómo hacer ejercicios de estiramiento todas las noches, complementandolo con asesoramiento psicológico (porque existe tanto lo mecánico cuanto lo psíquico). Ok, pero ¿tendré más dolor? Lo más probable es que todo esto mejore y que se llegue a no notar más dolor.
Saco las armas y las guardo en el armario. Me pongo la cota de malla. Escribo mi mejor publicación en el foro y digo que sí, empecé con el pie izquierdo, no tuve suerte en la vida pero, francamente, me merezco un poco de felicidad.
¿Dorine? ¿No mereces perdonar a tu cuerpo? Tú también tienes derecho a vivir libre del miedo a tener cistitis.
Así que haré todo lo posible para liberarme de mi trauma consultando matronas, psicólogas, urólogas, infectólogas…) porque es importante entender el origen del problema (nuestro enemigo) para combatirlo…
No luchemos a ciegas porque de lo contrario es una batalla perdida.
Os aseguro que es necesario perdonar ciertas cosas en tu cuerpo y en tu mente, que es hora sentirnos bien.
Hay que tener paciencia, escuchar a nuestro cuerpo, se necesita tiempo para entender, y aceptar nuestras dolencias.
No te rindas, no es culpa tuya, es solo tu cuerpo que hace sonar la alarma, si hay una recaída y la habrá, te levantarás porque una lucha perdida no es una batalla perdida.
Voy a terminar con un verso de un poema que amo mucho del escritor William Ernest Henley que dice: “Soy el dueño de mi destino. Yo soy el capitán de mi alma”.