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Disbiosis y dieta: como cuidar de nuestro intestino

Disbiosis y dieta: como cuidar de nuestro intestino

La flora intestinal está constituida por un conjunto de bacterias que conviven en un determinado equilibrio, contribuyendo al estado general de salud. Esta flora intestinal puede ser definida como un ecosistema formado por distintas especies de microorganismos que empieza a desarrollarse desde los primeros días de vida del bebé.

La condición de equilibrio entre las distintas cepas bacterianas se define como eubiosis. Si en cambio, prevalecen hongos u otros gérmenes que podrían causar patologías, se dice que el intestino está en un estado llamado disbiosis.

La flora bacteriana benéfica crea un ambiente hostil para las bacterias patógenas, modificando el pH intestinal. Por tanto, la presencia de estos “microbios” benéficos de nuestro intestino no es casual sino que responde a necesidades específicas. Se calcula que aproximadamente 500 especies distintas pueden establecer un equilibrio capaz de favorecer la absorción de las sustancias nutritivas derivadas de los alimentos, y de aumentar la resistencia a las enfermedades. La flora bacteriana intestinal es el verdadero motor vital del intestino y su eficiencia ha sido siempre considerada el fundamento de la salud general del organismo humano.

La disbiosis intestinal depende de muchos factores. Entre las causas están: la edad, la dieta, las infecciones, el uso de fármacos, una menor regularidad intestinal, el estrés, una alimentación equivocada rica en alimentos cocidos refinados que contengan aditivos, colorantes, conservantes y sustancias químicas extrañas, agua y aria insalubre. De apoyo al diagnóstico de disbiosis, existe el disbiosis test, un simple examen de laboratorio realizado con una muestra de orina. Este examen consiste en la cuantificación de dos sustancias presentes en la orina: “indican” y escatol.

Estas moléculas, que suelen estar presentes en la orina de los sujetos eubióticos (o sea sanos), resultan superiores en caso de disbiosis. El disbiosis test nos da también algunas indicaciones sobre qué parte del tracto intestinal sufre principalmente de un desequilibrio de la flora bacteriana: si es el intestino delgado el más perjudicado resulta alterado el valor del “indican”. En este caso es aconsejable un aporte complementario de probióticos que contengan una cepa bacteriana colonizante del intestino delgado, como el Lactobacillus acidophilus.

En cambio, si el nivel de escatol es el que ha aumentado, el problema impacta en el intestino grueso y sobre todo en el cólon: en esta situación es preferible el Bifidobacter bifidus.

Si los dos valores resultan altos quiere decir que el dismicrobismo impacta tanto en el intestino delgado como en el grueso. En este caso, se optará  por un probiótico de amplio espectro que contenga, por ejemplo, tanto acidophilus como bifidus.

Desde luego, simultáneamente a la terapia con antibióticos, a un aporte complementario de vitaminas y a un aporte complementario de enzimas digestivas, es absolutamente necesario seguir algunas reglas alimenticias. En este caso, los consejos son los mismos que los ofrecidos en la dieta anticándida debido a que la primera consecuencia de la disbiosis es sobretodo la candidiasis intestinal, vaginal u oral.

Si el intestino es disbiotico, o sea, tiene una falta cuantitativa o un desequilibrio cualitativo de bacterias entéricas, tomando en cuenta las numerosas funciones de la flora bacteriana intestinal, estamos hablando seguramente de un intestino con algunas dificultades: el sujeto con un intestino disbiotico suele tener problemas de digestión (la flora bacteriana produce enzimas digestivas, la persona se enferma a menudo porque esta flora produce anticuerpos, el sujeto tiene sensación de debilidad y se encuentra sin energías porque la flora bacteriana produce vitaminas B que dan energía, sufre de estreñimiento y diarrea frecuente, flatulencia o gases). El objetivo de la dieta anti-disbiosis es el de evitar la sobrecarga del intestino durante la terapia antibiótica ya que este no se encuentra al máximo de sus capacidades y vitalidad.

Los consejos de los biólogos nutricionistas son:

  • comer poco y a menudo sin combinar muchos alimentos distintos dentro de la misma comida (se suele hablar de dieta disociada, evitando los carbohidratos durante las horas nocturnas)
  • limitar bollería industrial, comidas preparadas o con muchos conservantes para evitar intoxicar el intestino
  • intentar consumir siempre verduras cocidas o crudas (para favorecer el desarrollo de las bacterias) preferiblemente amargas por su acción depurativa del hígado
  • consumir fruta como aperitivo lejos de las comidas para evitar fenómenos fermentativos molestos
  • beber mucha agua para ayudar a la depuración y a la eliminación de toxinas

Traducción libre de: Fabrizio Visino biologonutrizionista.org

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