El diagnóstico del Síndrome del intestino irritable (SII) es un paso crucial para comprender y gestionar esta enfermedad crónica. No es infrecuente que los pacientes que padecen SII tengan que consultar a varios médicos o, lo que es peor, se vean abandonados a su suerte, sin encontrar una respuesta profesional médica.

¿Qué es el Síndrome del intestino irritable?

El Síndrome del intestino irritable (SII) suele denominarse “Síndrome del intestino irritable” o “colopatía funcional”. Se trata de un trastorno funcional frecuente que afecta al colon. Los síntomas incluyen dolor abdominal, hinchazón abdominal, producción de gases y alteración del tránsito intestinal: diarrea, estreñimiento o alternancia entre ambos. Estas manifestaciones dificultan el manejo de esta afección (considerada benigna) ya que puede tener un impacto significativo en la vida profesional y personal del paciente.

¿Cómo se diagnostica el SII?

El diagnóstico del SII se basa principalmente en los síntomas y su relación con los criterios de Roma IV (véase más abajo). Hasta la fecha no existe ninguna prueba específica para detectar el SII. Por lo tanto, el especialista debe realizar su propio diagnóstico tras un proceso de exclusión de otras patologías con síntomas similares.

La vía diagnóstica del SII es la siguiente:

1. Consulta inicial y evaluación de los síntomas: a menudo realizada por el médico de cabecera, consiste en elaborar una lista de los síntomas del paciente, su frecuencia y gravedad.

2. Exclusión de otras patologías

a. Análisis de sangre para descartar la enfermedad celíaca: el análisis debe buscar anticuerpos específicos (anticuerpos antitransglutaminasa, IgA e IgG). Si estas pruebas son positivas, se recomienda realizar una biopsia del intestino delgado para confirmar el diagnóstico de enfermedad celíaca. Antes de realizar estas pruebas, será de vital importancia no cambiar la dieta ya que la búsqueda de anticuerpos sólo funcionará si el paciente consume alimentos que contengan gluten. De lo contrario, se correría el riesgo de obtener resultados falsos.

b. Análisis de heces: permite buscar infecciones o inflamaciones y eventualmente confirmar la presencia de parásitos (sobre todo si hay un aspecto alterado de las heces). A menudo se aconseja sondear los valores de calprotectina fecal que indicará el nivel de inflamación intestinal ligado a posibles Enfermedades Inflamatorias Intestinales Crónicas (EII).

c. Colonoscopia y endoscopia: si los exámenes anteriores detectan estados inflamatorios u otras anomalías, la colonoscopia y la endoscopia nos permitirán visualizar directamente el interior del intestino y realizar una biopsia para obtener un diagnóstico preciso.

d. Exámenes de diagnóstico por imagen: la resonancia magnética (RM) o el escáner pueden utilizarse para detectar anomalías estructurales en el intestino.

3. Utilizar los Criterios de Roma IV: una vez eliminadas las causas orgánicas, el médico o especialista (gastroenterólogo) utilizará los Criterios de Roma IV para emitir el diagnóstico definitivo de SII.

Criterios de Roma IV: definición

Son los criterios diagnósticos de referencia para hacer el diagnóstico del SII. Fueron establecidos por un grupo de expertos internacionales en gastroenterología que determinaron los síntomas que debían detectarse en un plazo determinado.  Según los Criterios de Roma IV, el SII se define por:

– presencia recurrente de dolor abdominal, al menos una vez por semana en los últimos 3 meses (con inicio de los síntomas al menos 6 meses antes del diagnóstico)

– al menos 2 de los siguientes criterios:

el dolor está relacionado con la defecación o con un cambio en la frecuencia de las deposiciones o con un cambio en la forma (aspecto) de las deposiciones

Se cree que estos criterios ayudan a normalizar el diagnóstico del SII y permiten una atención coherente y eficaz del paciente.

Conclusión

El diagnóstico del Síndrome del intestino irritable (SII) se basa en la evaluación meticulosa de los síntomas y la exclusión de otras patologías, bajo la supervisión de un gastroenterólogo. Los Criterios de Roma IV son esenciales para una identificación precisa y un tratamiento adecuado.

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