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Contractura pélvica

Contractura pélvica

El suelo pélvico

El suelo pélvico (a menudo también llamado ‘perineo’) es un complejo conjunto de músculos situados en la cavidad pélvica (a la altura de la pelvis) que tienen como función principal la de sostener y asegurar la funcionalidad de los órganos pélvicos: vejiga, útero, vagina, recto, ano.

Cómo se desarrolla la contractura pélvica

La mayoría de las personas desconocen la existencia y el funcionamiento de esta densa red muscular cuyo funcionamiento es (en parte) fisiológicamente involuntario. Desgraciadamente, precisamente por esta característica, el suelo pélvico puede sufrir contracciones o relajaciones excesivas.

Cuando las contracciones se vuelven excesivas y prolongadas en el tiempo puede producirse contractura pélvica.

Entre los factores que favorecen la contractura pélvica se encuentran:

‘malos hábitos’ como:

  • meter el vientre hacia adentro para verse más delgad@
  • practicar algunos ejercicios de fitness que estresen el perineo (en particular ejercicios de Këgel destinados a fortalecer el suelo pélvico)
  • deportes como ciclismo, equitación, spinning, pilates
  • un momento particular de la vida caracterizado por estrés o preocupación

episodios dolorosos recurrentes que afectan al suelo pélvico:

  • cistitis aguda (bacteriana o abacteriana)
  • vaginitis o infecciones vaginales agudas (micosis, vaginosis)
  • hemorroides o fisuras anales
  • ciclo menstrual doloroso

– relaciones sexuales dolorosas

– incontinencia e intentos de retener la orina

– algunas intervenciones quirúrgicas como episiotomía, cirugía genital o uretral, radioterapia

Síntomas de contractura pélvica

La contractura pélvica rara vez ocurre de manera abrupta o repentina (excepto en situaciones traumáticas como accidentes, cirugía o violencia sexual). A menudo, sin embargo, se trata de un proceso largo, que puede variar de varios meses a varios años y cuyos síntomas pueden ser una alternancia constante entre fases apagadas y fases agudas o, como suele ocurrir, episódico, con una recurrencia y un período de persistencia del dolor que se prolonga cada vez más con el paso de los meses, hasta volverse constante.

La contractura de los músculos del suelo pélvico comprime venas, arterias y nervios, provocando así que los tejidos pélvicos sean más débiles y vulnerables. En consecuencia, las transmisiones nerviosas también sufrirán cambios importantes, provocando una alteración en las sensaciones percibidas en esta zona (dificultad para el paciente en localizar con precisión el dolor), pero también en el funcionamiento de los propios órganos. En caso de contractura pélvica se observa lo siguiente:

  • puntos sensibles: zonas en las que el dolor se produce por la presión (incluso leve), que sin embargo serán menos intensos y más localizados
  • puntos gatillo: zonas de músculos tensos y dolorosos incluso en ausencia de estímulos, cuyo dolor se irradia a zonas cercanas o conectadas

Más allá del dolor (a menudo descrito como una sensación de ardor íntimo), la contractura pélvica puede provocar síntomas:

  • urológicos: disuria (flujo urinario lento e intermitente, necesidad de “empujar” para vaciar completamente la vejiga, fuga de orina después de la micción), urgencia y frecuencia de la micción, dolor en la vejiga y al orinar, cistitis bacteriana o abacteriana
  • proctológicos: estreñimiento, dificultad para defecar, dolor anal, sensación de “peso” en el recto
  • ginecológicos: ardor vaginal, dolor, infecciones bacterianas o fúngicas, vaginitis recurrente, incapacidad para alcanzar el orgasmo, vaginismo, dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales)

Dos consecuencias frecuentes de la contractura pélvica son el vaginismo y la dispareunia

El vaginismo y la dispareunia se caracterizan por una fuerte contractura de los músculos perivaginales que dificulta, si no imposibilita, la penetración. Por tanto, las relaciones sexuales son dolorosas y sistemáticamente seguidas de una molestia a nivel urogenital descrita como una sensación de ardor o calor intenso entre las piernas, agravada aún más por la micción (paso de un líquido caliente y ácido sobre un tejido inflamado) que aparece en las horas siguientes después del coito y que puede durar varias horas, si no días.

Será muy importante distinguir este cuadro sintomático del de la cistitis post coital para orientarse mejor en los métodos de prevención y resolución.

Complicaciones de la contractura pélvica

Si la contracción de los músculos pélvicos se vuelve constante, se produce una compresión de los vasos sanguíneos y de las fibras musculares de la zona afectada, lo que puede provocar daños en las terminaciones nerviosas. De esta forma el dolor relacionado con la contractura se convierte paulatinamente en un dolor neuropático independiente de los fenómenos mecánicos o químicos de la zona y evoluciona de forma autónoma, incluso en ausencia de estímulos.

En estas condiciones se produce un auténtico círculo vicioso: el dolor crea una contractura que a su vez aumenta el dolor y así sucesivamente.

Dependiendo del órgano afectado (o de la fibra muscular afectada), estos dolores crónicos podrían confundirse fácilmente con cistitis o vaginitis, dado que desde el punto de vista sintomático son idénticos.

Diagnóstico de contractura pélvica

Si leyendo este artículo crees que estás afectada por este problema, puede ser útil contactar con un especialista para que realice una valoración del suelo pélvico.

El diagnóstico lo puede realizar un ginecólogo, urólogo o neurólogo, pero la valoración inicial suele realizarla una matrona o un fisioterapeuta especializado en rehabilitación del suelo pélvico.

La evaluación debe incluir:

  • una observación visual directa del área genitouretral

Esta observación nos permite reconocer posibles enrojecimientos, abrasiones, cicatrices o anomalías anatómicas (como una uretra demasiado baja o demasiado alta, un vestíbulo vaginal estrecho).

Durante la visita el especialista te pedirá que contraigas, empujes o relajes alternativamente la zona genital (como si estuvieras reteniendo la orina y luego empujar) para evaluar visualmente la actividad motora voluntaria del suelo pélvico.

  • una evaluación manual de los músculos

Desafortunadamente, este paso se lleva a cabo cada vez más mediante sondas. La valoración manual suele ser más precisa y fiable: al introducir los dedos en la vagina, el especialista podrá examinar el grosor de las bandas musculares y su reacción ante la distensión.

  • una evaluación de la sensibilidad al dolor

El especialista evaluará la zona vulvo-vestibular gracias al Swab Test y posteriormente las bandas musculares que sostienen el ano mediante acupresión vaginal. Nota: el examen urodinámico (que detecta, entre otras cosas, una contracción muscular excesiva durante la micción) es útil para una evaluación completa del suelo pélvico.

Algunas soluciones para contrarrestar la contractura pélvica

Es importante subrayar que antes de emprender cualquier camino terapéutico es fundamental tener un diagnóstico certero, de lo contrario se corre el riesgo de empeorar o complicar la situación si se aborda de forma incorrecta.

En caso de diagnóstico de contractura pélvica, la relajación de los músculos permitirá una reducción del dolor y una recuperación de la función fisiológica de los órganos implicados de forma más significativa y prolongada durante el transcurso de la terapia.

El manejo de la contractura pélvica incluye una serie de técnicas, herramientas y ejercicios de reeducación que se recomienda encarecidamente practicar en presencia de un profesional especializado.

Por último, tomar algunos suplementos específicamente formulados para ayudar en caso de contractura pélvica como Pealen, Alaquer, D-Magnesio* y Ausilium Forte, pueden proporcionar un excelente apoyo gracias a su acción miorrelajante, neuromoduladora, antiinflamatoria y de apoyo para el tejido nervioso.

*Aquí encontrarás un artículo dedicado a la eficacia del magnesio en caso de contractura pélvica.

Para hablar con nuestros expertos y obtener asesoramiento personalizado, escríbenos a: contacto@deakos.com

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