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Cistitis y menopausia: ¡no te preocupes!

Cuando la cistitis aparece durante la premenopausia o la menopausia y se vuelve recurrente, conviene tener presente el conjunto de factores predisponentes y precipitantes que pueden ser la causa.

Analicémoslos a continuación.

Factores predisponentes de cistitis en la menopausia

  1. Pérdida del trofismo mucoso

La premenopausia y la menopausia se caracterizan principalmente por una reducción progresiva en la producción de hormonas sexuales (especialmente estrógenos), que tienen diferentes funciones en el cuerpo femenino. En particular, los estrógenos tienen una acción “protrófica” que les permite favorecer la hidratación, la elasticidad y el trofismo (entendido como la integridad y el “grosor” de la pared) de la mucosa vaginal, pero también, en menor medida, de la mucosa del urotelio.

Con su adelgazamiento gradual, estas membranas mucosas se debilitan. El debilitamiento se manifiesta a través de:

  • una reducción de la elasticidad de la mucosa vaginal que provoca una disminución del espacio que separa la entrada a la vagina del conducto urinario. Estas alteraciones favorecen la subida de bacterias
  • una mayor sensibilidad de vulva y vagina a las irritaciones provocadas por el roce mecánico (especialmente durante las relaciones sexuales) y ambientales (ropa interior de materiales sintéticos, ropa ajustada, contacto con agua, arena, higiene íntima excesivamente agresiva, sábanas). Una mayor sensibilidad puede provocar la formación de microlesiones vaginales e inflamación crónica (vaginitis). Estas alteraciones favorecen tanto el ascenso de las bacterias como su migración desde el ambiente vaginal hasta la vejiga
  • un mayor debilitamiento del urotelio ante agresiones como un pH urinario ácido (reacción que se amplifica en caso de consumo de alcohol, escasa hidratación, micción insuficiente o nutrición desequilibrada) o una baja presencia bacteriana. Estas alteraciones favorecen la aparición de episodios agudos, mientras que anteriormente la respuesta inmune y la integridad de la mucosa habrían sido suficientes para contener la situación y mantenerla asintomática
  1. Enrarecimiento de la flora de Döderlein: reducción de las defensas inmunitarias locales

Recordemos que la flora de Döderlein constituye un primer ‘escudo’ inmunológico que garantiza la protección de toda la esfera urogenital frente a infecciones bacterianas y fúngicas. Mantener su equilibrio depende de numerosos factores, incluido el estrógeno que desempeña un importante papel “protrófico”. En consecuencia, los niveles reducidos de estrógeno provocan inevitablemente una escasez de la flora “buena” con una pérdida parcial de las defensas inmunitarias locales. Estas alteraciones favorecen la disbiosis vaginal (micosis y vaginosis bacteriana) y las infecciones urinarias.

  1. Posible migración bacteriana desde el intestino

Las alteraciones hormonales descritas anteriormente también repercuten en el sistema digestivo cuya motilidad se ve reducida. La reducción de las microcontracciones fisiológicas del tracto digestivo (en particular del intestino) tiene como consecuencia, entre otras cosas, una ralentización general del tránsito, con el desarrollo de una alternancia de estreñimiento/tránsito regular/diarrea, en algunos sujetos. Estas alteraciones provocan una variación en la composición de la microbiota intestinal en favor de una flora putrefactora más importante, provocando a veces una porosidad del intestino y facilitan la migración de las bacterias “comensales” del intestino hacia los órganos situados en las proximidades (vagina y vejiga).

Factores precipitantes de la cistitis en la menopausia

  1. Terapias con antibióticos repetidas

Paralelamente al conjunto de acontecimientos y cambios fisiológicos descritos anteriormente, los episodios agudos de cistitis bacteriana se tratan por defecto con una terapia antibiótica, a veces preventiva y a menudo inespecífica (uso inadecuado de la dosis única en detrimento de una terapia más dirigida que toma en cuenta la bacteria en cuestión y los resultados del antibiograma). Debido a los numerosos efectos secundarios, este enfoque a menudo se convierte en causa de episodios agudos recurrentes.

  1. Posible coinfección de la pareja

Cuando el equilibrio del medio vaginal (flora y mucosas) se altera, es habitual que proliferen en mayor cantidad algunas bacterias potencialmente uropatógenas. Durante el coito, una elevada presencia bacteriana facilita la transmisión a la pareja, que se convertirá así en un “déposito” de la infección, recontaminando periódicamente a la pareja y dando la impresión de que la cistitis es de naturaleza post coital. En este punto es importante señalar que en los hombres la presencia bacteriana en el tracto urinario inferior (uretra y vejiga) y en la próstata suele cronificarse y adoptar síntomas ‘sordos’, que fácilmente pueden confundirse con una hipertrofia prostática benigna y, por lo tanto, a menudo se pasa por alto. Todo ello retrasa el correcto manejo de la cistitis bacteriana recurrente. Cuando la cistitis post coital se cronifica, es fundamental investigar la posible responsabilidad de la pareja (y, si es necesario, implicarla en el tratamiento), en interés de ambos. En este punto las pruebas básicas que se deben realizar son urocultivo, cultivo de esperma y exudado uretral.

  1. Presencia de un biofilm

Como hemos comentado anteriormente, la menopausia es un periodo delicado durante el cual numerosos factores favorecen y apoyan la aparición de cistitis recurrentes. Por tanto, es útil señalar que, en más del 80% de los casos, la aparición de una recurrencia de la infección urinaria está respaldada por la presencia de un biofilm patógeno. El biofilm es una matriz de polisacáridos que permite a las bacterias aislarse de las defensas inmunitarias naturales del organismo y de las terapias con antibióticos, favoreciendo así la persistencia bacteriana en el tracto urinario, la resistencia a los tratamientos convencionales, una mayor tendencia a las recaídas y la cronicidad del problema (cada vez más episodios agudos frecuentes y síntomas sordos permanentes).

Habiendo establecido que la cistitis durante la menopausia es complicada y multifactorial, ¿cuál es el mejor abordaje?

‘Simplemente’ abordando uno a uno todos los factores que sustentan y mantienen la cistitis, con el objetivo final de erradicarla total y definitivamente con las siguientes medidas:

  • ayudar al ambiente vulvovaginal a mantener un equilibrio estable, intentando reproducir los efectos de los estrógenos con:

– aplicación local de una crema con acción hidratante y lubricante sobre la mucosa vulvovaginal como Ausilium Crema

– ingesta de GAGs, los ‘ladrillos’ que forman la pared de la vejiga gracias a Cistiquer

– ingesta oral de probióticos, pero sobre todo aplicados localmente para enriquecer la flora de Döderlein, como Ausilium Flora

  • entrenar‘ la microbiota intestinal gracias a los buenos probióticos asociados a los prebióticos, como en Deaflor, para que las bacterias buenas tengan mayores posibilidades de sobrevivir y asentarse cómodamente en el intestino
  • combatir eficazmente el estreñimiento con Ausilium Tisana
  • urocultivo, cultivo de esperma y exudado uretral son las pruebas más recomendadas para excluir la infección de la pareja
  • en los casos en los que esto no sea posible (circunstancias particulares, dificultades motoras, resistencia de la pareja, alejamiento temporal de los centros de diagnóstico adecuados), se puede obtener una cobertura suficiente involucrando a la pareja en una actividad antibacteriana preventiva con la ingesta diaria de Ausilium Light para prevenir la coinfección y el llamado ‘efecto ping-pong’ (paso continuo y recíproco de bacterias patógenas entre parejas)
  • eliminar cualquier biofilm patógeno
  • hacer prevención con D-Manosa (Ausilium 20 PLUS, Ausilium NAC, Ausilium Forte, Ausilium Light, D-MannOro). Haz clic aquí para descubrir qué producto se adapta mejor a tus necesidades
  • seguir las medidas preventivas descritas en el protocol para el coito Deakos

Para asesoramiento personalizado escríbenos a: contacto@deakos.com

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