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Cistitis y anticonceptivos

Cistitis y anticonceptivos

Ya hemos abordado anteriormente el complejo tema de los vínculos que existen entre la cistitis recurrente y las hormonas (ciclo hormonal femenino). Si aún no habéis leído nada sobre este tema en particular, os recomendamos las lecturas del blog dedicadas a este tema.

A pesar de estos artículos, que ya constituyen un sólido «banco de datos» sobre los mecanismos interacciones entre las hormonas y la cistitis, las preguntas siguen siendo recurrentes en nuestro grupo de Facebook Cistitis Recurrente:

¿Has visto un cambio en tu cistitis al cambiar de anticonceptivo?

¿Qué anticonceptivos debo utilizar cuando la cistitis parece ser hormono-dependiente?

¿El DIU de cobre puede influir en las infecciones del tracto urinario?

Por lo tanto, parecía más que necesario completar la información ya presente tratando este tema con más detalle en una sola pregunta: ¿qué relación existe entre la anticoncepción y la cistitis? Es imposible dar una respuesta universal a esta pregunta porque cada caso es único y cada problema diferente pero intentaremos echar luz sobre algunos conceptos clave para entender la relación entre ambas.

Los niveles de estrógeno en la mira

Atención: lo que sigue no pretende ser un consejo médico. Cada caso debe ser revisado por un profesional de la salud ya que los anticonceptivos son medicamentos recetados y no están exentos de posibles riesgos y efectos secundarios. En particular el uso de estrógenos puede estar contraindicado, en algunos casos, debido a posibles impactos oncológicos.

A menudo, cuando la cistitis se produce después del ciclo hormonal, la aparición de episodios agudos se concentra más en torno al periodo peri-menstrual (justo antes, durante y después de la menstruación). Si observamos los cambios en los niveles de estrógeno, vemos una caída en esta tasa en los días previos a la llegada de la menstruación para alcanzar el límite inferior el día del inicio de la menstruación. 

Esto nos lleva a pensar que existe una correlación entre el período del ciclo en el que los estrógenos están en su punto más bajo y la aparición de episodios agudos. Parece entonces obvio que esta caída del nivel de estrógenos constituye un factor predisponente a padecer cistitis.

Recordemos que los estrógenos son hormonas que cumplen muchas funciones en nuestro cuerpo, una de ellas es el control del trofismo de la mucosa vaginal. En otras palabras, el estrógeno actúa sobre la «calidad» de la mucosa, promoviendo una buena epitelización y asegurando un buen «espesor» de la mucosa. 

En esta situación puede ser útil, de acuerdo con un ginecólogo, evitar los métodos anticonceptivos que provocan una disminución de los niveles de estrógenos (anticonceptivos basados exclusivamente en la ingesta de progesterona), como los implantes, el DIU hormonal y las píldoras continuas.

Por otra parte, deben preferirse los enfoques anticonceptivos que mantengan un ciclo hormonal lo más parecido posible a la fisiología espontánea:

  • preservativo masculino o femenino
  • anillo anticonceptivo
  • píldora combinada que debe ser elegida cuidadosamente por un profesional de la salud sobre la base de una dosis hormonal previa (para que sea lo más parecida posible a la fisiología de la persona)
  • DIU de cobre

Paralelamente a esta elección, es imprescindible aplicar algunas medidas durante la fase lútea (el tiempo entre la ovulación y el inicio de la menstruación siguiente), la fase menstrual y la fase posmenstrual (de 3 a 5 días) para tratar de compensar el descenso de los niveles de estrógenos. Como ya mencionamos, este descenso trae variaciones en el entorno vulvo-vaginal y en la inmunidad de la esfera urogenital.

Algunas de esas medidas son:

  • Hidratación de la mucosa
  • Apoyo del epitelio
  • Reducción de la irritación (elección de una protección sanitaria adecuada) y de la inflamación
  • Ayuda y sostenimiento de la flora de Döderlein
  • Refuerzo de la profilaxis con D-Manosa contra los ataques bacterianos favorecidos por este período

Anticonceptivos de progesterona

Muchas veces el ginecólogo prescribe anticonceptivos de progesterona ya que la situación particular lo requiere:

  • Cáncer hormono-dependiente
  • Riesgo de flebitis
  • Menstruaciones dolorosas y/o hemorrágicas
  • Ciclos anárquicos
  • SOP (síndrome de ovario poliquístico)
  • Endometriosis (en este caso los anticonceptivos detienen el avance de las lesiones endometriósicas que pueden ser responsables de la cistitis lo cual aportaría una resolución parcial o absoluta del problema)

Por lo tanto, es importante tener en cuenta que este tipo de anticoncepción pone a la mujer, incluso a una mujer joven, en una situación de pseudomenopausia (ya que el ciclo está «bloqueado») con molestias y modificaciones similares en la esfera urogenital.

Las medidas compensatorias mencionadas anteriormente deben potenciarse para evitar: sequedad vaginal, atrofia de la mucosa, enrarecimiento de la flora Döderlein, reducción de la inmunidad local, irritación y/o inflamación de las mucosas, aparición de disbiosis y formación de biofilms entre otras cosas.

Estas medidas deben definirse caso por caso, en función de los «efectos secundarios» del anticonceptivo y del problema general.

Dispositivo intrauterino (DIU)

El DIU de cobre es una pequeña «T» de plástico blando de unos de 3 a 4 centímetros de longitud, cubierta por uno o varios hilos de cobre.

Para facilitar su extracción, se coloca un pequeño cable en el extremo del DIU, dentro del útero.

La eficacia del DIU es proporcional a la cantidad de cobre. Cuanto más cobre tiene más eficaz es: el efecto anticonceptivo está asegurado por la imposibilidad de que los espermatozoides esperen al óvulo y por la acción del cobre que impide que el óvulo se fije en el útero.

Su principio de funcionamiento se basa en la inducción de la inflamación: la aplicación de cobre en el útero provoca una reacción inflamatoria que reduce drásticamente la fertilidad local.

En las instrucciones de los DIU de cobre se indica claramente que no se debe utilizar este método anticonceptivo en caso de trastornos inflamatorios pélvicos (¡incluída la cistitis recurrente!).

Por lo tanto este tipo de DIU, especialmente popular y sin hormonas, también puede ser clave para la aparición de la cistitis y para que se vuelva crónica y se agrave debido a sus notorios efectos secundarios.

En determinadas personas puede tener repercusiones a nivel vesical y vaginal.

A nivel vaginal provoca el famoso efecto dominó:

  • Vaginitis sorda: inflamación crónica de las mucosas vulvovaginales que se manifiesta sobre todo con sensaciones de ardor, hormigueo, picor, sequedad o tirones y que, en ciertos casos, puede tocar también las mucosas uretrovesicales con síntomas que pueden evolucionar desde las molestias urinarias hasta la urgencia y la frecuencia urinaria (similar a una cistitis pero sin germen)
  • Enrarecimiento de la flora de Döderlein
  • Disminución de la inmunidad local

A nivel de la uretra:

  • Inflamación de las vías urinarias que se irradiará hacia el trígono vesical (parte inferior de la vejiga) y que puede provocar una trigonitis o uretritis. Ambas inflamaciones favorecen la cistitis bacteriana o abacteriana.

Por lo tanto, la elección de un DIU de cobre sería la opción correcta cuando no hay inflamación previa.           

Es importante señalar que el DIU de cobre también suele participar en la formación de biofilms en la superficie (vaginal) que constituyen sucesivamente el depósito infeccioso de la cistitis y de posibles trastornos vaginales.

En definitiva, lo mejor para elegir correctamente un anticonceptivo es valorar la relación costo/beneficio de los diferentes métodos a través de una consulta ginecológica y teniendo en cuenta el historial médico, personal y familiar.

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