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Cistitis que desaparecen durante el embarazo y reaparecen después: ¿por qué sucede esto? ¿Cómo aprovechar sus beneficios?

Cistitis que desaparecen durante el embarazo y reaparecen después: ¿por qué sucede esto? ¿Cómo aprovechar sus beneficios?

Este artículo también puede resultar interesante para aquellas que no estén embarazadas. Son numerosos los testimonios que nos informan de una completa desaparición de la cistitis, crónica o recurrente que sea, durante el embarazo y en el período inmediatamente posterior (para luego volver a ocurrir).

Esta evolución inesperada y en total oposición a lo que leemos a menudo (es decir, que la cistitis podría verse favorecida por el embarazo debido a cambios anatómicos en el suelo pélvico) merece una explicación más profunda y, lo que es más importante, soluciones.

Fisiología del embarazo: los cambios ayudan al organismo

Los estrógenos son hormonas producidas por los ovarios a las cuales se atribuyen características “protróficas”: favorecen la elasticidad de las mucosas (no sólo vulvo vaginales sino también uretro vesicales), favorecen el crecimiento de la flora de Döderlein y las defensas inmunitarias de la esfera urogenital.

Durante el embarazo, la futura madre disfruta de esta producción adicional de hormonas, en particular de estrógenos, que tiene como principal objetivo el crecimiento del endometrio (pared uterina) para facilitar la formación de la placenta y el suministro de nutrientes al feto.

Desde otro punto de vista, quedar embarazada implica la interrupción del ciclo menstrual y especialmente de la fase lútea. Después de la ovulación y la fertilización, los niveles de estrógeno continúan aumentando a medida que avanza el embarazo. Esto favorece el crecimiento de la flora, las mucosas y por supuesto del bebé.

Es precisamente este aumento hormonal el que juega un papel protector frente a nuevos episodios de cistitis, por varios motivos:

  • las mucosas, cuyo trofismo está más favorecido, están en mejores condiciones: más hidratadas, “rellenas” y, por tanto, más preparadas para afrontar las agresiones mecánicas (como el roce durante el coito), las irritaciones (como el pH urinario ácido) o la mismos ataques bacterianos
  • la flora de Döderlein no sufre fases de ‘disminución’ (típicas de la fase lútea del ciclo menstrual), siendo así más abundante, equilibrada y más capaz de asegurar sus funciones de barrera inmunitaria local frente a posibles infecciones
  • la ausencia del ciclo menstrual permite el mantenimiento de un pH vaginal más estable, un elemento más que contribuye a un excelente equilibrio de la flora fisiológica

En muchos casos, una flora previamente deficiente recupera Lactobacilos, vuelve a ser heterogénea y equilibrada, compensando la disbiosis, aumentando las defensas inmunes a nivel urogenital y consecuentemente impidiendo el paso de bacterias patógenas. La consecuencia natural de este renovado equilibrio vulvovaginal es que la cistitis tiende a retroceder e incluso, en muchos casos, a desaparecer por completo durante los 9 meses.

Después del embarazo se produce una disminución progresiva de los niveles de estrógenos, que puede ser más o menos brusca y estar influenciada especialmente por la lactancia.

Cuando nace el bebé, se produce un crecimiento exponencial en la producción de prolactina (la hormona que favorece la producción de leche), cuyas cantidades se mantendrán elevadas durante mucho tiempo. Se puede decir que la prolactina hereda el papel del estrógeno.

Sería erróneo decir que los estrógenos y la prolactina realizan la misma función. Sin embargo, para el tema aquí tratado, nos parece interesante que los estrógenos y la prolactina tienen la misma capacidad para proteger la flora, mantener el trofismo y mantener las defensas inmunes; estos elementos ayudan a mantener alejados nuevos episodios de cistitis. Por eso las personas en post parto son heterogéneas. Las mujeres que por diversas razones no darán el pecho pueden experimentar una reaparición de la cistitis en los 2 a 6 meses posteriores al parto. Por otro lado, en el caso de la lactancia materna, la “protección” puede durar incluso años, lo que podría dar la impresión de una recuperación completa.

Es evidente que estos resultados están influenciados por otros elementos así como por todos los factores ambientales, por ejemplo, la toma de antibióticos por motivos distintos a las infecciones vesicales.

Conclusiones y posibles estrategias de prevención

La situación descrita en este artículo nos permite implementar una serie de estrategias que podrían permitirnos evitar la recurrencia de episodios agudos después del embarazo y de la lactancia.

El período pre y post parto es una clara demostración empírica del papel fundamental de la calidad y equilibrio del ambiente vulvo vaginal como factores predisponentes a la cistitis y la consecuente necesidad de prestar atención a:

  • influencia de las variaciones hormonales
  • calidad y cantidad de la flora de Döderlein
  • hidratación y trofismo de las mucosas

Las relaciones constituyen también la chispa que “enciende el fuego” en una situación que ya es precaria desde otros puntos de vista. Por tanto, una solución podría ser imitar y reproducir los efectos del embarazo:

Estas medidas deben ir necesariamente asociadas a la gestión de 360° de todos los demás posibles factores predisponentes y precipitantes.

Para asesoramiento personalizado, escribe a: contacto@deakos.com

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