Explicaré en dos palabras por qué:

– los antibióticos tienen una tendencia molesta a diezmar las bacterias (tanto las malas cuanto las buenas)

De repente, la flora fisiológica disminuye poco a poco hasta que se vuelve insuficiente para protegernos eficazmente contra el ataque bacteriano. Esta es la moraleja de la historia: ciertas migraciones bacterianas (desde el intestino o de la vagina a la vejiga) se deben ¡a la toma de antibióticos!

– los antibióticos tienen un efecto «bactericida» sobre las bacterias patógenas presentes en la vejiga en caso de infección del tracto urinario

Muy bien, eso es justamente lo que les pedimos. Ciertamente, pero el problema es que, al detonar las bacterias patógenas, «sueltan” en la vejiga y en sus paredes todas las sustancias contenidas en las bacterias, algunas de las cuales son toxinas que se adhieren a la mucosa vesical de manera duradera, aumentando la inflamación de las paredes (por lo tanto, el dolor) y, sin duda, contribuyen a debilitarla. Entonces, cuando la cistitis depende de las hormonas hay que tener cuidado en atacar la mucosa vesical para evitar la inflamación y la erosión (algo parecido a una lluvia de toxinas muy irritantes).

Así que aquí hay una imagen de lo que está pasando sin nuestro conocimiento en la esfera urogenital desde el momento en que comenzamos a entrar en la espiral del círculo vicioso cistitis => antibiótico => inflamación/sensibilidad.