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Cistitis bacteriana recurrente: ¿puede comprometer la fertilidad?

Cistitis bacteriana recurrente: ¿puede comprometer la fertilidad?

La cistitis bacteriana, como indica su nombre, está provocada por una infección, o mejor dicho, por un dismicrobismo bacteriano a nivel del endotelio vesical.

En concreto, cuando las dolencias reaparecen a las pocas semanas o meses de tratamiento, hablamos de cistitis recurrente mientras que las llamadas cistitis recurrentes son aquellas que siempre recurren a intervalos de tiempo más o menos regulares, por ejemplo, durante el cambio de estación.

Desafortunadamente, en estos casos es casi inútil insistir en terapias con antibióticos o antimicrobianos ya que no son decisivas incluso a veces causan un empeoramiento ya que desencadenan mecanismos:

– neuroinflamatorios

– de resistencia a los antibióticos

– selección en favor de cepas bacterianas aún más dañinas

A veces, las causas predisponentes pueden ser de naturaleza genética.

¿Cómo?

Si dentro de la familia hay sujetos con una baja producción de la proteína Tamm-Horsfall (THP), también conocida como Uromodulina, se puede suponer razonablemente que tengan una predisposición genética.

La mencionada proteína cumple dos funciones fundamentales para nuestro organismo:

– reduce la formación de cálculos renales

– combate gérmenes como Escherichia coli uropatógeno (UPEC), la principal causa de infecciones urinarias recurrentes

La Uromodulina es muy rica en Manosa, un azúcar metabólicamente inerte, que no aporta calorías ni eleva el azúcar en sangre, y que además forma parte de la membrana de nuestras células.

Gracias a la Manosa, esta proteína se une a las fimbrias de E. coli, evitando que se adhieran a la membrana celular y entren en las células de la pared de la vejiga (urotelio), con una acción protectora biomecánica.

Si la producción de THP es genéticamente deficiente, el tracto urinario es más vulnerable a la infección.

Por esta razón, una ingesta de D-Manosa o dextro-manosa, puede compensar la deficiencia de esta proteína.

La D-Manosa es un azúcar simple extraído de la madera de abedul o alerce, pero también está presente en nuestro organismo y en muchos tipos de frutas como manzanas, peras y naranjas.

Una vez ingerida, esta molécula llega a la vejiga y posteriormente se elimina a través de los riñones. En tránsito llevará consigo las bacterias presentes en la vejiga ya que estas tienen mayor afinidad con la D-Manosa que con los receptores del urotelio. Las bacterias, una vez unidas a la D-Manosa serán expulsadas con el flujo urinario.

La D-Manosa se puede utilizar tanto de forma preventiva cuanto terapéutica.

Entre los productos que contienen D-Manosa recomendamos:

– D-MANNORO, cuya toma sublingual permite una asimilación más rápida de los principios activos en comparación con otras formas con la consiguiente reducción de los tiempos de acción

– AUSILIUM LIGHT que permite conciliar las necesidades de una ingesta continua de D-Manosa de calidad con un presupuesto limitado (frasco de 150 g de D-Manosa pura, 100% extraída de Abedul)

– AUSILUM 20 PLUS, que además de 1 g de D-Manosa, contiene un principio activo natural con acción antibacteriana, antiinflamatoria, calmante, reepitelizante así como un agente alcalinizante para contrarrestar mejor la proliferación bacteriana. De hecho, la mayoría de las bacterias responsables de la cistitis prefieren un pH ácido. Además, la D-Manosa actúa mejor en presencia de pH alcalino. Este truco en la formulación permite aprovechar al máximo el potencial de la D-Manosa (1);

– AUSILIUM CREMA que reduce las microlesiones derivadas del coito o alteraciones como sequedad vaginal, agresiones bacterianas, formas inflamatorias (prurito, escozor), contribuyendo a la defensa natural de las mucosas y su trofismo. La D-Manosa también en este caso, intercepta las bacterias patógenas, limitando la posibilidad de la aparición de la “cistitis por ascenso” y de la “cistitis de luna de miel”. También ejerce una acción lubricante, hidratante y emoliente, contrarrestando la sequedad de la mucosa vaginal y aumentando su elasticidad.

Con esta premisa, ¿la cistitis bacteriana reincidente o recurrente puede afectar la fertilidad?

Hasta la fecha, no hay estudios que demuestren esta conexión.

Un estudio de 2020 de 460 mujeres fértiles e infértiles titulado Uropathogenic Escherichia coli in the high vaginal swab samples of fertile and infertile women: virulence factors, O-serogroups, and pHenotyping and genotyping characterization of antibiotic resistance, F Safarpoor Dehkordi, ,B Tavakoli-Far,S Jafariaskari,H MomtazS Esmaeilzadeh,R Ranjbar,M Rabiei informa: “17 de 26 cepas de UEC (65,38 %) aisladas de mujeres infértiles mostraron resistencia a más de diez agentes antibióticos. Las mujeres infértiles con antecedentes de infecciones del tracto urinario tuvieron la mayor prevalencia de cepas UPEC […]. La alta prevalencia de cepas UPEC virulentas y resistentes en el área vaginal superior de mujeres infértiles con antecedentes de infecciones del tracto urinario puede mostrar un papel importante de estos patógenos como causantes de la infertilidad femenina. Sin embargo, se necesita más investigación para confirmar esta hipótesis”.

Por lo tanto, aún no parece haberse demostrado una relación entre las infecciones urinarias y la infertilidad.

Sin embargo, parece coherente hipotetizar que tal relación pueda existir como consecuencia de la reducción en la frecuencia de las relaciones sexuales en mujeres propensas a estas infecciones.

Esta disfunción puede ser superada mediante la reeducación pelviperineal, asociada a un adecuado abordaje terapéutico multidisciplinar del problema.

A menudo, la terapia para la cistitis recurrente se caracteriza por tiempos bastante largos y debe establecerse interviniendo en varios aspectos:

  • reequilibrio de la flora microbiana intestinal residente y del distrito urogenital
  • reeducación del suelo pélvico y resolución de contracturas musculares derivadas de las inflamaciones vesicales repetidas
  • una adecuada educación higiénica y alimentaria para favorecer una buena repoblación de la microbiota
  • uso de cremas específicas o con D-Manosa (como Ausilium crema)
  • reequilibrio del pH urinario y vaginal
  • resolución de cualquier aumento de la permeabilidad intestinal o Síndrome del intestino permeable que ocurre cuando la barrera mucosa de la superficie intestinal se adelgaza o cambia permitiendo el paso de toxinas y bacterias

Probablemente un desequilibrio de la flora bacteriana urogenital residente provoca una consecuente alteración del pH vaginal. Normalmente el pH de la vagina está en torno a 4,5 como valor y fisiológicamente sufre fluctuaciones siguiendo la tendencia del ciclo menstrual:

  • en la fase preovulatoria es ácido, característica que permite contrarrestar infecciones de patógenos externos
  • en la fase ovulatoria se vuelve básico (5,5 – 6,5) para permitir la supervivencia de los espermatozoides en la vagina el mayor tiempo posible. De hecho, el esperma normalmente tiene un pH básico
  • en la fase postovulatoria o premenstrual se acidifica;
  • en la fase menstrual debido al flujo sanguíneo y al estancamiento de la pérdida de sangre en la vagina, se vuelve más básico

Entonces dijimos que para asegurar una buena supervivencia de los espermatozoides en la vagina es necesario que el pH vaginal sufra las fluctuaciones fisiológicas sustentadas por las hormonas que regulan el ciclo menstrual femenino y también es importante asegurarse que la flora lactobacilar, si está presente en cantidades adecuadas en la vagina, no experimente un empobrecimiento excesivo durante este proceso.

Si por el contrario existe un desequilibrio microbiano de base, lo más probable es que durante las fases ovulatoria y menstrual y durante las relaciones sexuales se produzca una depleción excesiva de la flora lactobacilar protectora, en favor de una mayor colonización por microorganismos comensales o incluso patógenos externos.

Esta situación podría desencadenar un sustrato inflamatorio desfavorable para la fecundación; sin embargo, también es cierto que la vaginitis por E. coli o vaginosis bacteriana tiende a alcalinizar el pH vaginal, a diferencia de la vaginitis por Candida que lo acidifica en exceso.

Por tanto, limitar la respuesta inflamatoria permitiría una actividad sexual regular de la pareja.

Desafortunadamente, el dolor y la inflamación desencadenados por la cistitis recurrente pueden provocar contracturas de los músculos pélvicos y, en consecuencia, con el tiempo, dispareunia o dolor en las relaciones sexuales durante la penetración. Esto podría desencadenar en la mujer lo que en psicoanálisis se llama un “mecanismo de evitación”, es decir, la evitación de una situación desagradable (en este caso, la sexualidad), y por lo tanto podría influir en la búsqueda de un posible embarazo.

Dicho esto, sin embargo, debe enfatizarse que hasta la fecha solo podemos hipotetizar lo que se ha dicho anteriormente ya que no tenemos suficientes estudios para respaldar esta tesis.

BIBLIOGRAFÍA

Oral D-mannose in recurrent urinary tract infections in women: a pilot study D Porru, A Parmigiani, C Tinelli, D Barletta, D Choussos, C Di Franco, V Bobbi, S Bassi, O Miller, B Gardella, RE Nappi, A Spinillo and B Rovereto Journal of Clinical Urology 2014, Vol. 7(3) 208–213.

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