Message Icon
E-Mail
contacto@deakos.com
Phone Icon
Número de teléfono
+39 0187 575150
La historia de Marlène: ¡el cumpleaños feliz de mi última cistitis!

La historia de Marlène: ¡el cumpleaños feliz de mi última cistitis!

¡Feliz cumpleaños a mi última cistitis!

Hoy he soplado la vela de mi última cistitis.

Ya ha pasado un año y para celebrar este aniversario tan especial, he pensado en compartir mis experiencias como enferma de cistitis para ayudar a otras personas que puedan reconocerse en mi situación.

Al fin y al cabo, eso es lo que solía hacer cuando, a las tres de la mañana, sola y desesperada, torturada por el dolor, me aferraba a todas las historias como a un salvavidas. Sinceramente, estos relatos mantenían vivas mis esperanzas lo que no es poco en una enfermedad tan viciosa.

Hablemos de mí. Tengo 29 años y sufro de cistitis desde hace mucho tiempo.

Con unos 14 años, pasé por una serie de ellas durante un periodo de tiempo que en aquel momento me pareció larguísimo, pero que no pudo ser de más de tres meses (¡nada comparado con lo que vendría después!).

Entre dos antibióticos, mi madre me hizo tomar cápsulas de arándano rojo. En vano, la cistitis reaparecía cada vez. Sigo sin saber cuál fue la causa ya que no tuve relaciones sexuales. Diría que fue una disfunción intestinal y mucho estrés. En aquella época sufría bulimia, podía comerme un kilo de queso fresco al día y compensaba mis problemas de estreñimiento con laxantes. No era lo ideal para un sistema digestivo sano…

En resumen, un día me llevaron desesperada a un urólogo, quien, tras decidir que no había ningún problema con mi vejiga, me dijo que orinaba mal. Eso era nuevo para mí pero, de hecho, no vaciaba completamente la vejiga cuando iba al baño. En aquel momento me pareció inofensivo y un poco infantil, pero hice el esfuerzo de concentrarme en relajar la vejiga y, tuviera que ver con eso o no, la cistitis acabó desapareciendo. Hoy recuerdo ese periodo de mi vida como una larga pesadilla irreal. Después de aquello, estuve en paz durante siete años.

En 2015, tuve relaciones sexuales por primera vez. Todavía era ingenua, no tenía ni idea de que era esencial orinar después. Resultado nada sorprendente: cistitis tratada de una sola vez con M****l, tomado casi el mismo día. Más miedo que daño. Siguieron varios años sin cistitis.

Aquí estamos en septiembre de 2018. Empecé a trabajar como profesora de prácticas y al mismo tiempo comencé una nueva relación amorosa.

Así que los primeros meses estuvieron marcados por una inmensa ansiedad (que a día de hoy no ha desaparecido del todo, pero ese es otro tema) acompañada de una gran exaltación amorosa. Al principio, nada que contar.

Pero el 1 de enero de 2019, después de una noche (muy) borracha, mientras iba al baño, me escocía, me quemaba, en fin, reconocí todos los síntomas. ¡Feliz Año Nuevo! Había elegido bien el día, por supuesto: era imposible encontrar un médico y no tenía médico de cabecera en esa ciudad de formación donde solo iba a quedarme un año. Mi novio seguía durmiendo y cuando fui a la farmacia me dieron una caja de cápsulas de arándanos (genial). Estaba furiosa con el sistema según el cual hay que tener una receta para conseguir un sobrecito de M****l.

Así que me vi obligada, con el corazón encogido, a explicarle mis problemas a mi novio. Si no fue muy glamuroso, al menos superamos una nueva etapa de intimidad en nuestra relación…

Tardé cinco días en encontrar un médico. CINCO DÍAS de sufrimiento y negación, de «se me pasará si bebo mucha agua». Cuando por fin me recetaron el preciado M*****l pensé que mi sufrimiento iba a terminar. Qué buena broma, y si tuviera delante a la Marlène de enero de 2019, le daría un abrazo. Ella no sabía los años dolorosos que le esperaban.

Ese fue el principio del infierno. Obviamente estoy sopesando mis palabras con cuidado y cualquier enfermo de cistitis que lo ha experimentado, lo entenderá.

No llevé la cuenta, pero creo que tuve al menos una cistitis al mes en 2019, alternando periodos de ansiedad ante la idea de desarrollar una y visitas de ida y vuelta al médico.

Me recetaron un ECBU: la respuesta fue siempre la misma: E.coli. Por supuesto, siempre me daban los mismos consejos que sigo asiduamente: bebo mucho, uso ropa interior de algodón, orino después de las relaciones sexuales.

Nada ayudó, salvo que en 2020 la cistitis se hizo un poco menos frecuente. Mi trabajo me presionaba mucho y notaba que la cistitis también ras más frecuente cuando estaba en la escuela. Al mismo tiempo, aparte del estrés, no podía ir al baño tan a menudo como me gustaría.

El confinamiento fue un gran alivio aunque me preocupaba un poco desarrollar una cistitis y no poder encontrar un médico durante ese periodo.

En cuanto a la cistitis, empezaba a deprimirme seriamente. Ya estaba harta de sufrir así, pensaba «por qué a mí», los médicos no sabían por qué se repetía. Me sentía tan sola. Me pregunté si todo estaba en mi cabeza, si era yo la causa del dolor.

Afortunadamente, siempre acababa recuperando la esperanza.

En 2021, me dije que iba a probarlo todo. Investigando un poco (aún no conocía este blog), encontré foros que hablaban de la D-Manosa. La probé de inmediato, sin éxito real, ya que volví a tener cistitis. Grandes esperanzas frustradas. Probé los aceites esenciales, eliminé el azúcar, suprimí la carne roja y adopté una dieta antiinflamatoria. Tuve menos ataques de cistitis, pero me sentía como si tuviera una espada de Damocles pendiendo sobre mi cabeza todo el tiempo. Era como si el desencadenante pendiera de un hilo como si una nueva cistitis estuviera siempre a punto de desencadenarse.

Cuando hablaba de ello con mi médico de cabecera, no lo entiendía. Tenía la impresión de que cada vez que estaba un poco débil, un poco cansada o pillaba un virus de algún tipo, estaba segura que se habría desencadenado una cistitis, como si estuviera esperando mis momentos de debilidad para abalanzarse sobre su presa. Mi médico me sugeriba tomar antibióticos todas las semanas para prevenir más que para curar. Estuve considerando esta solución aunque tenía la vaga sensación de que no resolvería mi problema.

Y un día, quizás en enero de 2022, descubrí este blog. No exagero si digo que me ha cambiado la vida. Es una verdadera dosis de esperanza e información. Leo todos los artículos y testimonios. La cistitis y yo estabamos en guerra.

Me tomé un tiempo antes de dar el paso, pero en julio de 2022 escribí a Deakos. Le conté toda mi vida, todos mis problemas, todas mis angustias. Eso ya era suficiente. Tres días después, recibí una larguísima respuesta, en la cual por fin me sentí escuchada y comprendida. Y esta respuesta contenía soluciones. Muchos productos, protocolos precisos. No lo recuerdo todo, pero había Ausilium NAC para destruir los probables biofilms, Ausilium crema para utilizar durante las relaciones sexuales, Ausilium 20 Plus, D-Mannoro para tomar después de cada relación sexual, Ausilium Lavanda… El precio era elevado, pero estoba dispuesta a hacer lo que fuera para mejorar. Lo pedí todo y unos días después recibí un enorme paquete de esperanza. Seguí el protocolo de prevención. Ese verano no tuve cistitis.

Pero cuando se reanudaron las clases la noche del 24 de septiembre de 2022, había que volver a empezar. Y entonces decidí hacer todo lo posible. Fui directamente a la batalla: tomé un D-Mannoro enseguida, luego tomé D-Manosa en diferentes formas cada tres horas. Por la mañana también un Ausilium NAC.

Lo apunté todo en un cuaderno: qué tomaba, a qué hora, cada vez que iba al baño; cada vez puntuaba el dolor. Y también pedí cita con mi médico. Y también pedí cita con mi médico de cabecera para no experimentar por mi cuenta. Quería ver hasta dónde podía llegar sin antibióticos, pero no soy imprudente y no quiería desarrollar una pielonefritis. Cuando vi a mi médico, le expliqué mi plan: intentar curar esta cistitis sin tomar M*****l. Se mostró muy cauto, pero al menos tuvo la decencia de no reírse en mi cara. Al fin y al cabo, conocía mi camino desesperado…

El experimento no fue un éxito total: en dos días, el dolor bajó de 8/10 a 5/10; fui al baño un poco menos a menudo; dormí un poco más. Pero luego el dolor se estancó en 5 y no desapareció. Al cabo de una semana, como me había prometido, tomé el M*****l. Sin embargo, seguí tomándolo con todos mis protocolos durante más de un mes después.Y entonces, poco a poco, me sentí mejor. A la menor señal de problemas, comencé lo que yo llamo «ataque»: tomo los productos del protocolo de crisis durante dos días.Y milagrosamente, ¡la cistitis no apareció!

Poco a poco, cogí confianza, dejé de tomar el tratamiento, utilicé Ausilium crema para las relaciones sexuales durante un tiempo, pero al final sólo conservé los sobres de D-Mannoro.

Y desde hace un año… ¡ya no tengo cistitis!

Así que, seamos sinceros: no digo que estos años de sufrimiento no hayan dejado huella. Sigo traumatizada, me estreso cuando tengo que ir al baño y no puedo, huelo ansiosamente mi orina cada vez que voy al baño (porque ¿soy la única que puede diagnosticar mis infecciones por el olor?). Pero tengo la esperanza de que todo esto acabe desapareciendo poco a poco.

Hace un año que no tengo cistitis.

Siempre me tomo un D-Mannoro después de cada relación sexual y ya está. Como de todo, no me preocupo por nada.

¡Sin cistitis desde hace un año!

Estoy tan feliz por ello.

Hoy, en este aniversario, estoy tan agradecida de haber salido adelante y por ello escribo mi testimonio.

Para decir a todos aquellos que están deprimidos, desesperados, que como yo leen testimonios a las tres de la mañana, atormentados por el dolor, mientras todos los demás duermen, que no están solos y que lo van a conseguir. El túnel es doloroso, pero la salida está ahí y es hermosa. Hay que creer, no rendirse, confiar.

Ánimo,

Marlène

Deja una respuesta