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Cistitis inducida por los fármacos

Cistitis inducida por los fármacos

Este es un tipo de cistitis no infecciosa que se produce tras la administración de determinados fármacos. En la mayoría de los casos se trata de sustancias que presentan dos características principales:

  • tienen cierta urotoxicidad dependiente de la dosis
  • se eliminan a través del sistema urinario

¿Cómo reconocerla?

Los síntomas que se presentan con mayor frecuencia son: urgencia miccional, disuria, dolor suprapúbico y hematuria (presencia de sangre en la orina) de moderada a grave. El urocultivo es negativo (aunque en ocasiones puede producirse una infección bacteriana); el urotelio parece gravemente inflamado e irritado.

¿Qué medicamentos pueden causar cistitis abacteriana?

  • Medicamentos para quimioterapia e inmunosupresores

La cistitis hemorrágica es una de las reacciones adversas más comunes de los tratamientos de quimioterapia. Entre los fármacos antineoplásicos, el más conocido por sus efectos secundarios sobre el tracto urinario es sin duda la Ciclofosfamida. Se trata de un agente alquilante e inmunosupresor utilizado en el tratamiento de muchas neoplasias como la leucemia linfoide y no linfoide, la enfermedad de Hodgkin, los linfomas no Hodgkin y el mieloma múltiple. Presenta alta toxicidad para los riñones y vías urinarias en general por lo cual su ingesta puede provocar cistitis hemorrágica con una incidencia de hasta el 70%. La principal causa de toxicidad renal es la Acroleína, una sustancia que se produce por la degradación de la Ciclofosfamida en el organismo.

De manera similar a la Ciclofosfamida, la Ifofosfamida también puede inducir cistitis hemorrágica (micro y macrohematuria) en el 20-40% de los pacientes tratados.

Las medidas para prevenir la cistitis hemorrágica relacionada con la quimioterapia incluyen disminuir la concentración de Acroleína y el tiempo de contacto con el urotelio. Según varios estudios, la N-Acetilcisteína (NAC) sería capaz de unirse e inactivar este metabolito, previniendo efectos tóxicos en el tracto urinario.

  • AINE

Ácido tiaprofénico: fármaco antiinflamatorio no esteroideo (AINE) indicado en el tratamiento de afecciones reumáticas y musculoesqueléticas inflamatorias y degenerativas. La cistitis inducida por la toma de este medicamento está bien documentada y la frecuencia con la que ocurre es 100 veces mayor en comparación con la toma de otros AINE. Se desconoce el mecanismo bioquímico pero, dado que este fármaco se elimina casi por completo a nivel renal, se plantea la hipótesis de una acción irritante directa sobre el urotelio. Aunque con una incidencia significativamente menor, también se han observado efectos secundarios en el tracto urinario tras la ingesta de otros antiinflamatorios no esteroides como indometacina, diclofenaco, ketoprofeno, naproxeno y piroxicam.

  • Estatinas

Las estatinas son medicamentos comúnmente utilizados para controlar los niveles de colesterol en la sangre. Varios case-report sugieren una correlación entre la ingesta de estatinas y la aparición de síntomas urinarios como: hematuria, inflamación crónica del urotelio, síndrome de la vejiga dolorosa y cistitis intersticial. Se desconoce el mecanismo bioquímico responsable de estas reacciones adversas.

  • Penicilinas

Aunque a menudo se prescriben para el tratamiento de la cistitis bacteriana, las penicilinas y sus derivados sintéticos como Meticilina, Carbencilina, Ticarcilina y Piperacilina, en raras ocasiones pueden causar cistitis hemorrágica a través de un mecanismo inmunológico.

  • Medicamentos antidiabéticos inhibidores del transportador SGLT2

La alta incidencia de infecciones del tracto urinario en los diabéticos también está relacionada con el uso de una clase de medicamentos conocidos como Inhibidores del transportador SGLT2, también llamados Gliflozinas. Estos fármacos, al inhibir la reabsorción de la glucosa a nivel tubular, son capaces de favorecer su eliminación a través de la orina. Debido a la glucosuria generada por la eliminación masiva de glucosa a través de la orina, el tratamiento con inhibidores de SGLT2 suele asociarse a un mayor riesgo de infecciones del tracto urinario, que generalmente comienzan poco después del inicio del tratamiento, obligando al paciente a abandonar la terapia. Se ha estimado que este tipo de infecciones afectan aproximadamente al 10% de los pacientes tratados con inhibidores de SGLT-2 y son más frecuentes en mujeres premenopáusicas, en pacientes con antecedentes de infecciones urogenitales y en sujetos obesos.

Importancia de la comunicación paciente – médico/profesional de salud

​La frecuencia de la cistitis inducida por fármacos probablemente esté subestimada y poco reconocida. Puede haber muchas razones: dificultad para establecer una relación causal, escasa propensión de los médicos y profesionales de salud a informar de sobre los efectos adversos, falta de formación e información adecuadas sobre la farmacovigilancia, dificultad de los ciudadanos para rellenar el formulario de notificación espontánea, percepción de burocratización excesiva.

Esta condición, especialmente cuando no se reconoce y no se trata adecuadamente, podría tener graves repercusiones en la calidad de vida del paciente y puede ser la principal causa de interrupción del tratamiento farmacológico.

Una adherencia inadecuada al tratamiento conduce a una pérdida de eficacia del tratamiento farmacológico. Además, puede favorecer la aparición de complicaciones, recaídas o prolongar la duración de la enfermedad. Desde el punto de vista de la salud pública, una escasa adherencia terapéutica provoca un desperdicio de recursos: desde los medicamentos no utilizados hasta las hospitalizaciones que podrían haberse evitado.

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